Testimonio del P. Manuel Azabal
Queridos hermanos
Escribo en el día y, casi a la hora exacta, en que hace 52 años, fui ordenado sacerdote en la Catedral de Milán, por el que pocos días después sería Pablo VI. Gracias por vuestro recuerdo y, sobre todo, por vuestras oraciones, que falta me hacen.
¡Cuántas gracias tengo que dar a Dios y a Jesucristo, mi Señor, por estos años! ¡Cuántas peripecias, de todo tipo, han pasado en estos largos años! ¡Cuántas gracias debo dar al Padre por la Renovación Carismática! Hace cuarenta y muchos años que la conocí. A Dios, por medio de ella le debo, sin duda alguna, mi perseverancia. Muchos estudios en Sigüenza y, sobre todo, en Italia. Pero la Vida práctica y salvadora se la debo a la Renovación.
Dios es grande, sabio y bueno y apareció en el momento oportuno. ¡Cuánto podría contar…! Yo sabía que Dios era mi Padre, que Jesús era mi Salvador, que el Espíritu Santo era mi fuerza… pero no se había hecho Vida en mi vida… La espiritualidad de la Renovación fue, y es algo, definitivo para mí: la gatuidad fue un gran descubrimiento y un inmenso descanso. La Salvación es obra de Cristo, etc., etc.
Si he de recordar a hombres definitivos para mí ahí estarán siempre el P. Tardif, el malogrado P. Julio Figar, el gran P. Reyero, Chus Villarroel y el P. Cantalamesa, a quienes conocí y traté personalmente. ¡Gracias, Señor, por ellos, gracias por tantas otras personas que me han ayudado y han sido faro y apoyo! ¡Gracias a cuantos hoy siguen, seguís, rezando por los sacerdotes, por mí…! El año pasado acudí al encuentro de la Renovación en Roma. ¡Qué hermosura, qué bueno es el Señor y su representante, el Papa Francisco!
A lo largo de estos años, por donde quiera que he ido, con charlas, retiros, artículos, etc. he intentado propagar esta preciosa espiritualidad.
Pero no os canso más.
Gracias, Señor, por esa vida que me ha hecho inmenso bien. ¡Gracias, Señor, por la gratuidad, por la oración de alabanza, sin duda, la mejor oración! ¡Gracias, Señor, por crecer y vivir de tu misericordia! ¡Gracias, Señor, por tantas y tantas cosas…!
Un abrazo, amigos y hermanos.
Manuel Azabal
Molina de Aragón, 30 de marzo de 2015