Martes 28 de noviembre
Martes de la 34ª Semana
ABIERTOS A LA ESPERANZA
El hombre debe ser una realidad abierta a la esperanza, capaz de mirar, por encima de las cosas caducas y perecederas que nos cercan hacia el horizonte infinito del Dios que perdura para siempre.
Pasarán los imperios humanos del oro, de la plata, del bronce y del hierro (Dn 2,32); pero al Reino de Dios en el cielo jamás será destruido, acabará con los otros reinos y el suyo durará para siempre (Dn 2,44).
Cesará la antigua Alianza de Dios con el hombre y el Templo de Jerusalén será destruido sin que quede piedra sobre piedra (Lc 21,6) ni vuelva a ser reedificado. Pero el Templo de la Nueva alianza, la santa humanidad de Cristo resucitado, no pasará y su Reino no tendrá fin. Se terminarán las ilusiones terrenas de reinos florecientes cuando se enfrenten los unos con los otros (Lc 21,10) y se destruyan; pero, en cambio, el reino de Dios eternamente perdurará. Dios estará siempre en el horizonte indestructible de nuestra esperanza.
Tuya, Señor, es la gloria, la honra y el Reino por los siglos. Pasa lo perecedero y llega la hora de la eternidad y del triunfo de nuestro Dios. ¡Gracias a Ti, Padre, porque pusiste en nuestros corazones de hijos la bella virtud de la esperanza, que nos sustenta y nos sostiene en el camino hacia la patria! Amén.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo A - Ceferino Santos S.J.