Domingo 2 de agosto
Domingo 18º del T.O.
COMPROMISO Y COMPROMISOS
A lo largo de la vida el hombre va adquiriendo muchas obligaciones religiosas, laborales, familiares, sociales y económicas. ¿Cuáles son las que hemos de anteponer y cuáles podemos posponer? ¿Qué puesto damos a Dios y a Jesús en nuestras vidas? ¿Qué lugar damos al dinero y a la comodidad? ¿Dónde colocamos en nuestra vida a los pobres? ¿Cuál es mi orden de prioridades en mis compromisos?
El primer y radical compromiso del creyente ha de ser su compromiso con Dios, en respuesta de alianza al pacto de Dios con nosotros: "Haré con vosotros un pacto sempiterno, el de las firmes promesas con David" (Is 55,3). Se trata de una alianza ineludible con Dios, que se ha comprometido con nosotros en gratuidad: "Comed sin pagar vino y leche de balde" (Is 55,1). Esta es la principal alianza del hombre con Dios en una respuesta generosa de amor y de obediencia, que se concretará en nuestro compromiso primordial con Jesús: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?" (Rm 8,35).
San Pablo estaba convencido de que "ni la muerte, ni la vida,... ni criatura alguna lo podrían separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús" (Rm 8,38-39). El compromiso radical de Pablo con Jesús era fuerte, seguro y estable. Pablo estaba dispuesto a perderlo todo con tal de ganar a Cristo Jesús, y sabía bien cuál era su principal alianza de por vida.
Nuestra vida cristiana no se reduce sólo a un compromiso de alianza con Cristo en Dios. Él está comprometido, con todos los hombres y quiere que nosotros extendamos nuestra alianza con Él a todos los hermanos necesitados y a los miembros pobres del Cuerpo cósmico de Cristo. No podemos quedarnos indiferentes ante las carencias y necesidades de los hombres. El compromiso con Cristo se extiende a un compromiso de servicio abnegado a los demás: "Dadles vosotros de comer" (Mt 14,16), dice Cristo a los apóstoles ante la multitud hambrienta. Jesús se siente comprometido, no sólo con su Padre celestial, sino también con los hombres que le siguen, con los enfermos, a quienes cura de sus enfermedades, y con los pobres y los hambrientos, a los que alimenta con el pan y los peces maravillosamente multiplicados (Mt 14,19-20). No nos basta nuestro compromiso primario de fidelidad con Dios. Como Cristo tenemos que comprometernos, con nuestros hermanos los hombres, en la medida de nuestras posibilidades y aún más, si queremos agradar a nuestro Padre del cielo.
Padre y Señor nuestro: guárdanos en nuestro compromiso Contigo de serte fieles. Nos comprometemos a seguir y a tomar como nuestro único Señor y Jefe a tu Hijo Jesús. Llévanos con Jesús y como Jesús a un compromiso de servicio y de entrega abnegada a los pobres de la tierra, que buscan hambrientos el pan del cuerpo y, muchas veces sin saberlo, el alimento del alma que dura para siempre.
“El Pan de la Palabra dánosle hoy” Ciclo A - Ceferino Santos S.J.