Miércoles 25 de noviembre
Miércoles de la 34ª Semana
¿QUIÉN NO DARÁ GLORIA A TU NOMBRE?
Las obras de Dios son grandes y maravillosas (Ap 15,3). El Poderoso ha hecho obras grandes en toda la creación y, sobre todo, en María Virgen y Madre, por la que ha hecho y hace maravillas. Se impone ante las obras grandes de Dios, el testimoniar su nombre y ensalzar a su nombre glorioso (Ap 15,4) por su santidad y por su grandeza.
Por la victoria sobre la Bestia y sobre su imagen, Dios es glorificado. Los vencedores de la Bestia, con María vencedora al frente de ellos (Ap 15,2), cantarán eternamente el cántico del Cordero y glorificarán su nombre para siempre. El gran oficio de los bienaventurados es alabar a Dios. ¿Cómo puede hablar alguien hoy en la Iglesia de los que pierden tiempo en la alabanza divina con tantas cosas como hay que hacer? ¡Ciegos y guías de ciegos!
En cambio, los que están dispuestos a glorificar a Dios por sus grandes obras y a dar testimonio de Él en ambientes hostiles (Lc 21,13), recibirán palabras de sabiduría a las que no podrá hacer frente ningún adversario (Lc 21,15); serán revestidos de fortaleza, cuando sean odiados por el nombre bendito de Jesús (Lc 21,17), y con la perseverancia salvarán sus almas (Lc 21,19). Es el triunfo de Jesús en sus elegidos que le dieron gloria.
Cuando las justas sentencias de Dios queden manifiestas en sí mismas y en el testimonio de los elegidos, “todas las naciones vendrán y se postrarán ante Él” (Ap 15,4).
Queremos, Señor y Padre, dar gloria a tu nombre todos los días de nuestra vida y testimoniar que Tú eres el único Dios y Señor.
Queremos perseverar hasta el fin en la glorificación de tu nombre, para que por tu misericordia seamos salvos en Ti para siempre. Amén.
“El Pan de la Palabra dánosle hoy” Ciclo A - Ceferino Santos S.J.