Domingo 24 de enero
Domingo 3º del T.O.
PESCADORES DE HOMBRES
El tiempo es corto (1 Co 7,29) y corre hacia su cumplimiento (Mc 1,15). Por tanto, no lo podemos desaprovechar, mientras Dios busca servidores decididos y entregados al trabajo. Resulta que los servidores de Dios no nacen perfectos ni son inmejorables. Pero Él nos llama a trabajar en su viña. Dios utiliza a Jonás como profeta y servidor por una segunda vez, después de haberse resistido la primera: "Vino de nuevo la Palabra de Dios sobre Jonás: Levántate y vete a Nínive... y pregona el pregón que Yo te diré" (Jon 3,1-2). Con un servidor imperfecto, cuando éste se decide a obedecer, Dios puede hacer maravillas y los ninivitas pueden convertirse de su mala vida (Jon 3,10).
Con servidores pequeños y humildes, Dios puede hacer grandes cosas si son diligentes en el servicio y prontos para obedecerlo. Jesús, pasando junto al Lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores (Mc 1,16). Es muy probable que no fueran sabios ni estuvieran preparados para anunciar el Reino; pero Cristo los elige como apóstoles y futuros dirigentes de la Iglesia, porque, al menos, tenían diligencia en el trabajo, paciencia en la espera de la pesca y rapidez de reflejos para hacer lo que convenía en cada momento de su faena. Y Jesús los hizo "pescadores de hombres" (Mc 1,17).
Los servidores de Dios y los pescadores de hombres han de ser rápidos y diligentes para echar las redes de Cristo. Si no se echan las redes y sólo se diserta sobre la pesca, no hay negocio floreciente ni capturas abundantes. No podemos retrasarnos ni dormirnos, porque "el momento es apremiante" (1 Co 7,29). El apóstol, que llama a los hombres al Reino, tiene que estar desprendido para la verdadera e importante tarea del servicio de Cristo: "Los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran como si no lloraran" (1 Co 7,29-30), porque no queda mucho tiempo ni para gozar ni para llorar, cuando hay que servir a Dios con urgencia, pues "la presentación de este mundo se termina" (1 Co 7,31).
Señor: concédenos diligencia en tu servicio; disponibilidad y desprendimiento para obedecerte; amor y entrega para seguirte y ser Contigo salvadores de hombres. Pedro, con sus compañeros y con la fuerza de tu Santo Espíritu, pescó en sus redes el día de Pentecostés a tres mil hombres. ¿Por qué hoy nuestra pesca es tan exigua?
"Yo, vuestro Señor, voy a seguir hoy ayudándoos a ser eficaces pescadores de hombres con las redes de mi verdad y de mi amor y con la guía poderosa de mi Espíritu. Algunos rehúsan mi invitación, pero Yo seguiré llamando por todo el mundo a hombres y mujeres, que me sigan y me sirvan. ¡Gracias a todos los que escuchasteis mi llamada y me seguís! Yo llenaré vuestras redes".
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo B - Ceferino Santos S.J.