Lunes 25 de enero
Conversión de San Pablo
CONVERSIÓN DEL FIEL Y DEL DIRIGENTE
Todo fiel cristiano y, más aún, todo dirigente eclesial deben ser hombres que se han convertido plenamente a Cristo y que cada día siguen convirtiéndose a Él más y más. Saulo, el perseguidor de Cristo y de los creyentes primitivos, queda cegado por el resplandor glorioso de Jesús glorificado y oye su voz poderosa: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch 22,7). La conversión de Saulo a Cristo es radical y comienza enseguida a "ser testigo de lo que ha visto y oído" (Hch 22,15) ante los hombres, sus hermanos.
El fiel y el dirigente eclesial, que aceptan la fe, además de convertirse a Cristo, se convierten en servidores de los demás y predicadores de las buenas noticias de Jesús: "Proclamad el evangelio a toda la creación" (Mc 16,15). Para Pablo, enamorado de Cristo, ya no existe nada más que Jesús, crucificado y glorificado, que nos enriquece con los dones maravillosos de su salvación y con sus poderes y carismas. El nuevo evangelizador acompaña su fe con señales: echará demonios en nombre de Cristo, hablará lenguas nuevas, iluminado con la revelación del Espíritu, impondrá las manos a los enfermos y quedarán sanos (Mc 16,17-18). Y, finalmente, el dirigente convertido será un hombre de la unidad eclesial en torno a Cristo, y no hombre de la división de los cristianos en torno a personas y doctrinas desequilibradas por la ceguera y la pasión.
Pidamos conversión para los dirigentes cristianos, que apoyan la división en iglesias separadas e irreconciliables. No son dirigentes como San Pablo, el apóstol de la unidad en Cristo.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo B - Ceferino Santos S.J.