Martes 18 de enero
DISCERNIMIENTO EN EL ESPÍRITU
El discernimiento de los diversos espíritus que nos mueven es un don de lo alto y del Espíritu de Dios. No es sólo fruto de nuestro discurso humano. Con el discernimiento se conoce por la luz de Dios que el Espíritu está por encima de la letra de la ley y que el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado (Mc 2,27).
El discernimiento del Espíritu nos ilumina para distinguir qué decisiones y actitudes, qué personas, qué horas y lugares son los que Dios elige para realizar sus designios y dirigir nuestra colaboración. Así, Samuel, lleno del Espíritu de Dios, supo discernir la persona, la hora, el modo y el lugar que Dios prefería para designar un nuevo rey para Israel en el joven David (1 S 16,1-13). Belén, un banquete, David y su unción entraban en los planes divinos discernidos por el profeta Samuel.
Señor: danos tu discernimiento para distinguir los espíritus que vienen de Ti de los que se disfrazan de ángeles de luz y conducen a su tiniebla. Enséñanos a diferenciar las cosas y las personas de Dios de aquellas que son del mundo y de la carne; las enseñanzas que ilumina tu Espíritu de las que van mezcladas con los sofismas del error. Danos a conocer tus caminos sobre nosotros y haznos "sentir y decir lo que fuera de tu servicio divino" (S. Ignacio, Constituciones 686).
Ayúdanos, Señor Jesús, con tu Espíritu a buscar y desear lo que sea más servicio de Dios nuestro Señor (Constituc. 680).
Baja sobre nosotros, Espíritu Santo de luz y de discernimiento, para que no confundamos tu luz con las falsas luces del espíritu del mal, mezcladas con argumentos demasiado humanos. Que el viento de tu Espíritu nos arrastre al aire incontaminado de tus cumbres, donde mora la luz y el resplandor de la verdad y de la vida de Dios. Desde allí juzgaremos las realidades humanas sin error y con la perspectiva de Dios.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santos S.J.)