Martes 2 de agosto
CRISTO, CENTRO ÚNICO
Podríamos gastar nuestro tiempo haciendo un catálogo de nuestros males: "Tu fractura es incurable, tu herida está enconada, no hay remedio para tu llaga ni medicinas que te cierren la herida" (Jr 30,12-13). Pero el mirar y contar nuestras heridas no nos sana; nos obsesiona. En cambio, el centrarnos en Dios sí no equilibra, nos da gozo y nos cura: "De ti saldrán alabanza y gritos de alegría" (Jr 30,19).
Cuando Dios es el centro de nuestra vida, todo marcha bien ... incluso la misma muerte. Ella no es el centro del agonizante, sólo Jesús lo es. Cuando Pedro mira a Cristo andando sobre las aguas y se centra sólo en Él, puede caminar sobra las olas sin hundirse (Mt 14,18-19). Cuando Pedro mira a las olas, al viento y a sí mismo, se hunde. Cristo, centro, cimiento y seguridad, es el que hace que no se hunda.
Cuando el hombre se centra en sí mismo, en sus tensiones y desalientos, se deprime, se queja, critica. La crítica es pecado de los que no miran a Dios y se comparan estimándose sobre los otros.
Danos, Señor, hombres y mujeres centrados en Ti, fundamentados y seguros en Ti. Cuando los enfermos por la fe y el amor se centraban en Ti y no se miraban a si mismos, Tú los curabas.
¡Cristo, centro de la historia y de la humanidad, céntranos en Ti. Amén!
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santoss S.J.)