Miércoles 3 de agosto
SÓLO DIOS SALVA
El Señor ha salvado a su pueblo (Jr 31,7), proclama Jeremías. Y le salva, no por sus méritos ni por sus obras buenas, sino porque nos ama: "Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia" (Jr 31,3).
Sólo Dios es omnipotente para salvar. Es Dios quien salva cuando quiere, como quiere y a quien quiere.
Es verdad que Dios nos pide fe para salvarnos. La Cananea del evangelio sabía que Jesús salva. Por eso, intercede a favor de su hija endemoniada: "Ten piedad de mí, Hijo de David" (Mt 15,22).
Tiene humildad cuando Cristo aparentemente la rechaza: "también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos" (Mt 15,27). "Grande es tu fe; que te suceda como deseas" (Mt 15,28), le contesta Cristo. Y Cristo curó a la hija de la cananea.
Madre María: intercede tú ante Jesús, como la cananea, por tus hijos alejados y enfermos. Que vuelvan a la vida y se salven por tu maternal intercesión y por tu fe. Salva a tus hijos prófugos, hambrientos, en guerra y sometidos por todo el mundo al pecado.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santos S.J.)