Lunes 28 de noviembre
TANTÍSIMA FE
Sin fe nadie verá al Señor. Sin fe, no podemos acercarnos a Cristo, como a nuevo Templo de Dios, cubierto con la nube de su santa humanidad y con el fuego de su divina gloria (Is 2,5). Sin fe en Jesús, no alcanzaremos la sombra en la canícula ni el refugio en el aguacero ni el cobijo en el chubasco (Is 4,6), que acecha a los pobres, a los cansados del camino de la vida, a los enfermos y a los pecadores, que Cristo vino a salvar.
Hay distintos grados de intensidad y de plenitud en la fe. Jesús se admiró de encontrar en un capitán romano "tantísima fe" (Mt 8,10) hacia su Persona, pues admitió que Jesús podía curar a distancia a su criado enfermo y paralítico, sin entrar bajo su techo, porque se consideraba indigno de ese favor (Mt 8,8). Al lado de tanta fe, se dio en el centurión romano tanta humildad, pues no desprecia a los judíos como pueblo conquistado y se acerca a Jesús con tan gran respeto. ¡Qué hermosa es la fe unida a la humildad para acercarnos a Dios!
Caminemos con la luz que el Señor nos da (Is 2,5) en su Palabra y en los ejemplos de su vida y los de María y los santos. Caminemos hacia Dios con la humildad de María: "He aquí la esclava del Señor", que "miró la humillación de su sierva"; caminemos con la fe activa de María Virgen: "Hágase en mí según tu Palabra" "Bienaventurada Tú que creíste, pues lo que te dijo el Señor, se cumplirá" ¡Bienaventurados los que humildemente creen en Ti, Señor, y en tu amor!
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C - Ceferino Santos S.J.