Viernes 17 de marzo
Viernes 3ª Semana de Cuaresma
CONVIÉRTETE...
No está lejos del reino de los cielos (Mc 12,34) del que se convierte al amor de Dios con todo su corazón, con toda su mente y todo su ser (Mc 12,30). La invitación del Señor es clara: "Conviértete al Señor, tu Dios, pues tropezaste en tu pecado" (Os 14,2), para que así podamos alcanzar el perdón y la misericordia de Dios.
Ante la santidad de Dios todos somos pecadores y sólo Dios es el que puede perdonar nuestros pecados y ofensas contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos: "Nuestra salvación no está en Asiria", ni en hombres y poderes humanos. Nuestra salvación radica en el amor misericordioso de Dios que perdona, que sana y que restaura a los que se arrepienten y lloran su pecado. Nos dolemos de nuestras faltas de amor y de fe, de nuestras apostasías y, entonces, sin que lo merezcamos, Dios que nos ama (Os 14,5), nos perdona, nos sana, y nos libera.
Tenemos nuestra redención en la cruz y en la sangre de Cristo: nos rescataron con la sangre preciosa de Cristo" (1 P 1,19). Su perdón se nos aplica a través de sus ministros en la Iglesia: "A los que les perdonéis los pecados, les serán perdonados..." (Jn 20,23). Si cambiamos de mente y de conducta y nos arrepentimos; si pedimos perdón a Dios y perdonamos; si le prometemos a Dios nuestro cambio, Él nos perdonará, aun sin merecerlo, como a Pedro y a la Samaritana, y nos dará vida divina abundante y llena de frutos de Dios (Os 14,9).
Señor Jesús: conviértenos a tu mandamiento grande: a tu amor y al amor de nuestros prójimos.
Sé benévolo con el sacrificio de nuestros labios arrepentidos y humillados.
Ámanos con tu gran amor, que no merecemos, y admítenos en tu Reino de conversión y de amor.
“El Pan de la Palabra dánosle hoy” Ciclo A - Ceferino Santos S.J.