Jueves 25 de mayo
Jueves 7ª Semana de Pascua
¡ÁNIMO!
Las dificultades se adensan con frecuencia en torno a los discípulos de Jesús. San Pablo es atacado violentamente por los fariseos y los saduceos ante el tribunal romano de Jerusalén (Hch 23,1-22). Estando en la cárcel del cuartel romano, Pablo recibe una palabra del Señor Jesús, que se le aparece una vez más y le dice: "¡Ánimo! Lo mismo que has dado testimonio a favor mío en Jerusalén, tienes que darlo en Roma" (Hch 23,11).
¡Ánimo! es la palabra de Cristo resucitado a sus apóstoles atacados y perseguidos. "No os desaniméis cuando crece el mal en torno de vosotros. Yo vencí al mundo. Confiad en Mí y no en vosotros y veréis el triunfo de Dios. Yo soy el Vencedor definitivo". En medio de las luchas y las dificultades, el Padre nos sigue mostrando su Amor, como se lo demostró a Cristo (Jn 17,23b). ¡Ánimo, pues! Cristo nos deja en herencia su gloria, la que recibió del Padre (Jn 17,22) y nadie puede extinguir. Esta herencia es motivo de aliento y fortaleza.
Y, por si fuera poco, Jesús nos deja su Espíritu de Amor, el que une al Padre con el Hijo desde siempre y con el que ambos se aman en un mismo amor (Jn 17,26b). Y con el Amor increado de Dios en nuestros corazones no podemos hundirnos ni desanimarnos. Podemos vencer al mundo, al pecado, al mal y a la enfermedad desde el Amor del Espíritu de Dios. ¡Ánimo siempre!
Dios, Padre nuestro: deseamos estar con Cristo y contemplar su gloria, para que nuestras mentes y nuestros corazones se eleven hacia Jesús, tu Hijo, sin que nos hundamos en el desaliento. Danos a conocer tu Nombre, para que el Amor que tenías a Jesús esté también en nosotros y tu Espíritu Santo, el Amor perpetuo entre Ti y tu Hijo, sea siempre nuestra fuerza en la debilidad. Amén.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo A - Ceferino Santos S.J.