Viernes 30 de agosto
Viernes de la 21 ª Semana
ESPERANDO AL ESPOSO
La parábola de las doncellas que esperan al Esposo (Mt 25,1-13) es muy rica en enseñanzas. Al esposo se le espera con amor. Al esposo ausente se le recuerda con constancia y en el anhelo del encuentro. Al esposo, que no se sabe cuándo llegará, se le aguarda en vela vigilante e ilusionada con las lámparas encendidas en las manos (Mt 25,7). Así esperamos a Cristo, Esposo de la Iglesia y de las almas.
El amor firme no es olvidadizo ni se desentiende del amado ni se pone a dormir. Es amor en vela. El amor verdadero aprecia al esposo y a las cosas del esposo. Al esposo se le espera en fidelidad y no viviendo "una vida impura, sino sagrada" (1 Ts 4,7). En la espera del esposo se releen sus cartas de amor. (¿No sería bueno pastoralmente leerles a nuestros enfermos graves trocitos de la Biblia o del Evangelio: las cartas del Amado a la amada para que vayan esperando con gozo la venida del esposo?)
La amada ha de decir con el Cantar de los Cantares: Aunque "yo dormía, mi corazón estaba en vela" (Ct 5,2), mi corazón seguía amando. El cristiano lucha para que nada ni nadie apague el amor a su Señor. La vida del creyente es una vigilia con la lámpara del amor, de la fe y del Espíritu encendida, hasta que Cristo, el esposo, vuelva.
Llegará el día en que la espera se terminará y comenzará el encuentro: "Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente" (Ct 2,10), "porque ha pasado ya el invierno (el tiempo de la prueba); han cesado las lluvias y las inclemencias se han ido (Ct 2,11).
El tiempo de las canciones y la primavera eterna ha llegado. "Mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado. Él pastorea entre los lirios" (Ct 2,16). Te esperamos, Señor. Tú también nos esperas en tu gozo.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santos S.J.)