Sábado 5 de diciembre
Sábado 1ª Semana de Adviento
TUS OJOS VERÁN A TU MAESTRO
Las promesas del Señor son maravillosas y más maravilloso es su cumplimiento. Se nos promete: "tus ojos verán a tu Maestro" (Is 30,20) y su cumplimiento en Cristo es gratificante y asombroso. María, la llena de gracia, acoge en su seno y en sus brazos a Cristo maestro y nos lo enseña a todos los que nos acercamos a Ella: a magos y pastores, a niños y a ancianos, a maduros y a jóvenes.
Se nos promete que "nuestros oídos oirán una palabra...: “Este es el camino, caminad por él" (Is 30,21b), y la promesa se cumple plenamente en Cristo, que es nuestro "camino de verdad y de vida" (Jn 14,69). Y por fe, por obediencia y por amor podemos recorrer el camino de Jesús hasta la patria celeste, como María, la Inmaculada, lo recorrió, sin desviarnos nunca de él "ni a la izquierda ni a la derecha" (Is 30,21a). Somos nosotros los que podemos desviarnos del camino recto y de la senda verdadera. Necesitamos que María, como Madre, nos guíe por los caminos de la santidad y de la paz.
Se nos anuncia una luz del ardiente, o del sol, siete veces mayor (Is 30,27) y la promesa se cumple cuando Cristo, Luz del mundo y Sol bajado de lo alto, se nos revela, y vemos, creemos, contemplamos y admiramos los resplandores de Dios. Si somos ciegos, tendremos que pedir a María que nos lleve a la luz radiante, que es Cristo.
Se nos asegura que "el Señor vendará la herida de su pueblo y curará la llaga de su golpe" (Is 30,27), y Cristo realiza la promesa "curando todas las enfermedades y dolencias" (Mt 9,35). Y no contento con esto, Cristo comunica a sus discípulos y a su Madre autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia" (Mt 10,1). Estamos viendo al que es Maestro eficaz y enseña a hacer milagros. Todo se nos comunica gratuitamente, como a María, para que lo que hemos recibido gratis, gratuitamente lo demos (Mt 10,8).
Señor Jesús: que se realicen en nosotros las promesas tuyas y de tu Padre, como se realizaron en María, la Inmaculada. Que Te veamos como Maestro y como Luz indeficiente para que no caminemos en tinieblas. "Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos", como te vio Teresa de Ávila, como te vio y te amó María, tu Santísima Madre. Amén.
“El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo A - Ceferino Santos S.J.