Jueves 7 de febrero
Jueves 4ª Semana
DESTINOS DE GRACIA ETERNA
La gracia de la elección divina se nos da con una finalidad santificadora y para un destino sobrenatural y excelso de hijos de Dios. Jesús llama a los doce apóstoles y los envía de dos en dos (Mc 6,7), equipados con gracias poderosas para predicar la conversión y el reino de Dios, para echar demonios y curar enfermos (Mc 6,13). La gracia de la elección apostólica llevó a los doce a cooperar en la obra evangelizadora de Cristo y a continuar su presencia transformativa entre los hombres. Las elecciones gratuitas de Dios tienen una proyección de futuro hasta el mismo horizonte de Dios. Son gracias de elección por parte de Dios para siempre.
Cuando David conoce que ya ha terminado su misión terrena, sabe que éste no es el final definitivo: "Yo emprendo el viaje de todos" (1 R 2,2). Es la hora de caminar las fronteras del Dios eterno, hacia el más allá del Dios de toda recompensa. Por su parte, los sucesores de David han de continuar el servicio al Dios de la Alianza, "guardando sus consignas y caminando por sus sendas... para que tengan éxito sus empresas" (1 R 2,3). La gracia de Dios nos remite siempre más allá de nosotros mismos hacia el servicio de Dios en fidelidad. Aquí está la correspondencia humana a la gracia. .
La gracia, que brota de Dios y hace a Dios presente en nuestras vidas, nos remite también al destino eterno con Él. La gracia debe madurar en visión y posesión de Dios. "Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén del cielo, ... a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino, y a Jesús, el mediador de la nueva Alianza" (Hb 12,22-24). La gracia de Dios nos proyecta a un destino de gloria eterna y de vida perdurable en Dios.
Por la gracia somos partícipes de la nueva Alianza con Jesús, sellada con grandes y preciosas promesas, que superan el tiempo y alcanzan la eternidad de Dios.
Los dones de la gracia no son sólo para esta vida mortal; tienen una proyección extratemporal hasta la misma vida de Dios. ¡Gracias, Señor, por tu amor y tus designios eternos sobre nosotros, tus hijos! Haznos dignos de heredar tan grandes y magníficas promesas.
"El Pan de la Palabra dánosle hoy" Ciclo C (Ceferino Santos S.J.)